De acuerdo con lo que acabamos de ver y el principio de reclutamiento fibrilar, a la hora de entrenar el tipo de carga o peso movido debe determinar qué fibras son las que entran en acción.
Cuanto menor sea el peso las unidades fibrilares de menor tamaño son las encargadas de contraerse, las de contracción lenta también llamadas de tipo I, y con un peso mayor son las fibras de contracción rápida, también llamadas de tipo II a y II b, que son las de mayor tamaño, las que se encargan de la acción.
Sin embargo, se ha demostrado que es posible llegar a activar las fibras grandes con pesos que oscilan entre el 30 y 60% del máximo.
Resulta obvio que si pretendemos alcanzar la máxima hipertrofia de los músculos hay que intentar estimular todas las fibras que lo componen, porque aunque las rápidas tengan más capacidad de hipertrofia, las lentas son más numerosas y por tanto pueden en cierto sentido compensar por el número su menor poder de desarrollo.
Ahora imaginad un lechado de la genética que no entrene lo suficiente o no estimule todas las fibras musculares, sencillamente no conseguirá el mismo desarrollo que otro menos dotado pero más tenaz y sagaz en su entrenamiento.
Por supuesto, en igualdad de entrenamiento el superdotado genético siempre superará al otro.
Pero volvamos por un momento a sacar partido de lo que sabemos de la composición muscular.
En buen sentido, para alcanzar la máxima capacidad de desarrollo tendréis que utilizar distintas cargas de trabajo, desde realizar algunas series con el máximo peso, es decir con uno que permita hacer de una a tres repeticiones, hasta las de tipo medio que son de ocho a doce, así como algunas por encima de esa cifra.
Por tanto, básicamente necesitáis distintos tipos de carga, o cantidad de peso, y duración del esfuerzo, o número de repeticiones, pirra llegar a estimular todas las fibras del músculo.
Pero aún hay más.
Cuanto menor sea el peso las unidades fibrilares de menor tamaño son las encargadas de contraerse, las de contracción lenta también llamadas de tipo I, y con un peso mayor son las fibras de contracción rápida, también llamadas de tipo II a y II b, que son las de mayor tamaño, las que se encargan de la acción.
Sin embargo, se ha demostrado que es posible llegar a activar las fibras grandes con pesos que oscilan entre el 30 y 60% del máximo.
Resulta obvio que si pretendemos alcanzar la máxima hipertrofia de los músculos hay que intentar estimular todas las fibras que lo componen, porque aunque las rápidas tengan más capacidad de hipertrofia, las lentas son más numerosas y por tanto pueden en cierto sentido compensar por el número su menor poder de desarrollo.
Ahora imaginad un lechado de la genética que no entrene lo suficiente o no estimule todas las fibras musculares, sencillamente no conseguirá el mismo desarrollo que otro menos dotado pero más tenaz y sagaz en su entrenamiento.
Por supuesto, en igualdad de entrenamiento el superdotado genético siempre superará al otro.
Pero volvamos por un momento a sacar partido de lo que sabemos de la composición muscular.
En buen sentido, para alcanzar la máxima capacidad de desarrollo tendréis que utilizar distintas cargas de trabajo, desde realizar algunas series con el máximo peso, es decir con uno que permita hacer de una a tres repeticiones, hasta las de tipo medio que son de ocho a doce, así como algunas por encima de esa cifra.
Por tanto, básicamente necesitáis distintos tipos de carga, o cantidad de peso, y duración del esfuerzo, o número de repeticiones, pirra llegar a estimular todas las fibras del músculo.
Pero aún hay más.