LA FIBRA Y LOS BLOQUEOS
Uno de los puntos que aparecen en todos los estudios sobre vegetarianos es que éstos toman más fibra que los no vegetarianos. No es una revelación notable ya que, después de todo, cualquiera que consuma una cantidad notable de frutas, cereales y vegetales va a consumir una buena cantidad de fibra.
El problema está en que la fibra se une a las hormonas esferoides. En otras palabras, la testosterona en circulación sanguínea en una persona que siga una dieta vegetariana puede ser vulnerable; una gran cantidad de fibra soluble circulando en el torrente sanguíneo se une a ella y la deja inútil para afectar el tejido muscular, con la posibilidad de que acabe siendo expulsado sin haber podido utilizarse.
Una segunda posibilidad es que los compuestos químicos de las plantas llamadas esteróles, que son estructuralmen-te semejantes a la testosterona, pueden bloquear a la testosterona en su camino hacia el receptor. Estos elementos químicos podrían llegar a tomar el papel de la testosterona, y sin embargo no producir los mismos efectos que la primaria hormona anabólica del cuerpo.
Esto parece razonable —inicialmente habría más testosterona libre flotando por allí—, pero a través de un sistema natural de información, la testosterona en circulación terminaría por reducirse ya que el cuerpo siente su exceso en el torrente sanguíneo.
Una tercera posibilidad, discutida ya en el mes anterior, implica a sustancias conocidas como estrógenos del entorno o blo-queadores endocrinos. Los vegetarianos que ingieren alimentos contaminados con pesticidas y herbicidas pueden tener en sus cuerpos más sustancias semejantes a los estrógenos, lo que, en teoría, podría reducir los niveles de testosterona.
Los medios por los que se reducen los niveles de testosterona son aún sujetos de especulación; sin embargo, nos sentimos con suficiente confianza para sugerir que, aparte de la reducción de testosterona, existen otra serie de razones válidas por las que el culturista debe querer tomar una cantidad razonable de carne.
Uno de los puntos que aparecen en todos los estudios sobre vegetarianos es que éstos toman más fibra que los no vegetarianos. No es una revelación notable ya que, después de todo, cualquiera que consuma una cantidad notable de frutas, cereales y vegetales va a consumir una buena cantidad de fibra.
El problema está en que la fibra se une a las hormonas esferoides. En otras palabras, la testosterona en circulación sanguínea en una persona que siga una dieta vegetariana puede ser vulnerable; una gran cantidad de fibra soluble circulando en el torrente sanguíneo se une a ella y la deja inútil para afectar el tejido muscular, con la posibilidad de que acabe siendo expulsado sin haber podido utilizarse.
Una segunda posibilidad es que los compuestos químicos de las plantas llamadas esteróles, que son estructuralmen-te semejantes a la testosterona, pueden bloquear a la testosterona en su camino hacia el receptor. Estos elementos químicos podrían llegar a tomar el papel de la testosterona, y sin embargo no producir los mismos efectos que la primaria hormona anabólica del cuerpo.
Esto parece razonable —inicialmente habría más testosterona libre flotando por allí—, pero a través de un sistema natural de información, la testosterona en circulación terminaría por reducirse ya que el cuerpo siente su exceso en el torrente sanguíneo.
Una tercera posibilidad, discutida ya en el mes anterior, implica a sustancias conocidas como estrógenos del entorno o blo-queadores endocrinos. Los vegetarianos que ingieren alimentos contaminados con pesticidas y herbicidas pueden tener en sus cuerpos más sustancias semejantes a los estrógenos, lo que, en teoría, podría reducir los niveles de testosterona.
Los medios por los que se reducen los niveles de testosterona son aún sujetos de especulación; sin embargo, nos sentimos con suficiente confianza para sugerir que, aparte de la reducción de testosterona, existen otra serie de razones válidas por las que el culturista debe querer tomar una cantidad razonable de carne.
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