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martes, 1 de febrero de 2011

El culturismo - un deporte extremo


Desde que ando inmerso en esta especie de mundo nuestro tan particular debo confesar que siempre he visto los mismos rostros, y si en algún ámbito he sido capaz de reconocer algo de savia nueva ha sido siempre tras bastidores, entre el olor de tinte y sudor, entre la esperanza y el desasosiego, entre la tristeza del fracaso y la inmensa alegría de la victoria.

Nada me hace pensar que en esa angosta y exclusivista primera fila del patio de butacas se producirá el relevo, generacional o no, pero necesario al fin y al cabo. Soy consciente de que existen, como todo en esta vida, excepciones que a pesar de su excelencia no vienen a confirmar sino lo que ya es más que una añeja norma, y sólo cuando esas "excepciones" se encuentran frente al timón dirigiendo el rumbo es cuando en realidad recobramos algo de la sensatez que nunca deberíamos haber perdido.

De un reducido grupo de entusiastas y fervorosos amantes del culturismo que compartían mesa, gimnasio y sueños, hemos pasado a un mapa de divergencias que sitúa a esos mismos personajes en sitiales distintos desde los que alientan personalismos absurdos y promueven la disensión.

Es evidente que todo el mundo tiene derecho a tomar partido, y es lícito que cada uno defienda lo que cree suyo, aunque tal vez resida aquí el gran error en el que modestamente creo que estamos sumidos. Aquí no debieran haber dueños y señores de una idea, propietarios de un proyecto, herederos de nada, debería haber gente dispuesta a trabajar codo con codo al lado de todo aquel que crea que puede aportar algo positivo a una empresa común a la cual todos en mayor o menor grado pertenecemos, una empresa con unas únicas siglas, las de la palabra culturismo.

De todos modos, ¿a quién quiero engañar?... si en los distintos barcos en los que andamos, hasta la tripulación anda a la greña. Si hubiera vocación de diálogo, este existiría, y si hubiera voluntad de consensuar acuerdos, éstos se producirían.

Sin embargo, lejos de ir cimentando las piedras de la unificación, lo único que el paso del tiempo nos va dejando son las huellas de una disgregación cada día más sangrante y debilitadora.

Me gustará ver. llegado el día de rendir cuentas ante los distintos organismos como un colectivo con serias aspiraciones al reconocimiento, quién es el avispado que logra que esta sopa de letras en la que anda metido el culturismo nacional llegue a convertirse en una sólida opción de futuro para afrontar el reto de la propia subsistencia.

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